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Anoche vimos Super
Cometa – Después del Impacto, un especial de
Discovery Channel que básicamente muestra al
cometa que eliminó a los dinosaurios y lo adapta a los
tiempos modernos. Le han agregado algo de drama de pacotilla,
siguiendo las luchas de varios individuos o grupos, antes, durante y
luego del impacto, para mostrar como reaccionaría la gente
ante semejante cataclismo global. Utilizaron el mismo cuerpo
cometario que supuestamente causó la extinción de los
dinosaurios, el mismo tamaño, el mismo lugar de impacto, y
utilizaron todos los modelos computarizados existentes sobre este
evento pasado para intentar mostrar que sucedió (y para
mostrarnos lo que ellos creen que sucedió). No es muy creativo
y sugiere que realmente desconocen todos los efectos de tal impacto y
que tan solo están juntando lo poco que han averiguado acerca
de ese evento en particular, algo (o mucho) de lo cual podría
ser solo especulación, aunque sí creo que hay algo de
buena ciencia allí fuera.
Este programa resalta lo que
ya hemos remarcado en esta serie de artículos: la diferencia
entre la Escuela Estadounidense de Impactos de Asteroides que suceden
solo a intervalos de millones de años y la Escuela Británica,
que indica que lluvias de objetos más pequeños ocurren
con gran frecuencia dentro de aquellos eventos de millones de
años.
La parte más desechable de este
“docu-drama” fue, por supuesto, las débiles
descripciones de los humanos que experimentaron el evento. Pero, en
cierta forma, incluso esas descripciones fueron útiles. El
hombre que no podía comprender la naturaleza del evento,
seguía viajando hacia su “casa” (que era el sitio
del impacto) incluso cuando estaba claro que ya no quedaba casa en
pie. Básicamente sus emociones lo condujeron hacia su propia
muerte.
Otras personas continuaron actuando como si el mundo fuera
el mismo lugar y sufrieron por ello, aunque aprendieron a
arreglárselas. Lo que era claramente evidente es que la falta
de conocimiento era el problema principal de todos ellos.
Durante
el curso del programa, uno de los expertos hizo la observación
“CUANDO esto sucede”, como si él y el resto,
supieran que este hecho estuviera en la agenda de nuestro futuro
cercano. La verdadera razón por la cual tantos científicos
están trabajando sobre estos problemas, incluyendo un gran
número de ellos que estudian las posibles reacciones y
comportamientos humanos y como tratar con las masas, deberían
advertirnos que HAY algo que no le están diciendo a las masas
en los titulares de nuestros diarios, aunque ciertamente están
“testeando” las reacciones públicas con programas
como Super
Cometa – Luego del Impacto.
En
mi escritorio tengo un libro entre los más de 30 volúmenes
y decenas de publicaciones sobre el tema de impactos de cometas y
asteroides que he recolectado en el transcurso de este estudio. El
título de este libro es Peligros
a causa de Cometas y Asteroides editado por Tom Gehrels, con 120 autores colaboradores, publicado por
Prensa de la Universidad de Arizona en 1994.
Hay algo en este
libro que quiero informarles antes de introducirnos en nuestra
catástrofe del día: La Vaca Cometaria de la Srita.
O’Leary.
El volumen mencionado arriba, Peligros
a causa de Cometas y Asteroides,
que notamos que fue publicado en 1994, (como reacción al
inminente evento del Cometa Shoemaker-Levy en Júpiter),
contiene un documento al comienzo de la página 1225, (si, ¡es
un libro MUY grande!), escrito por Robert L. Park de la Sociedad
Física Estadounidense, Lori B. Garver de la Sociedad Nacional
Espacial y Terry Dawson, empleada del Comité de Ciencia Local,
Tecnología y Espacio en colaboración con el Presidente
del Comité George
Brown (Véanlo aquí listado). Lo siguiente es un resumen de los principales puntos del
documento:
Nuestra
comprensión de la historia de la Tierra y sus habitantes está
sufriendo un cambio radical. El proceso gradual de evolución y
cambio geológico está puntuado por catástrofes
naturales en escala colosal, catástrofes que resultan de
colisiones de grandes asteroides y cometas con la Tierra. Esto es,
para utilizar un término popular, un “cambio de
paradigma”.
Este “nuevo catastrofismo” no
difiere de las revoluciones que surgieron por el sistema solar
heliocéntrico de Copérnico, o la evolución
Darwiniana, o el Big Bang. Retrospectivamente, tales ideas
revolucionarias siempre parecieron obvias. Leyendo el Origen de las
Especies, Thomas Huxley simplemente remarcó: “¿Por
qué no pensé en ello?” Ahora, mirando a la Luna,
nos encontramos imaginándonos porque tardamos tanto en
preguntarnos si el proceso que llenó de cráteres su
superficie todavía continúa. […]
La
escala a largo plazo entre grandes impactos posee implicaciones para
la política pública. Los gobiernos no funcionan en
tiempos geológicos. En la pradera de Dakota del Norte cerca de
la ciudad de Grand Forks, yacen las ruinas abandonadas del sistema de
defensa balístico estadounidense…Construido de acuerdo
al tratado ABM, se suponía que la instalación de Grand
Forks debía de defender nuestra capacidad de represalia. Fue
declarada operacional en 1975, y decomisada el mismo año. Los
líderes nacionales fueron persuadidos por algunos científicos
que la instalación de Grand Forks interferiría con
nuestra flota de misiles balísticos intercontinentales,
incluso otros científicos advirtieron que el sistema era
peligroso e inefectivo. Fue cerrado porque el dinero para operarlo se
necesitaba en otros proyectos que se consideraban más
urgentes.
La lección de Grand Forks es tan vieja como
la historia humana: las sociedades no sostendrán por tiempo
indefinido una defensa contra una amenaza infrecuente e impredecible.
Los gobiernos, por lo general, responden rápidamente a una
crisis, pero están menos preparados para afrontar períodos
extensos. Incluso en la breve escala de las vidas humanas, los
recursos se desvían hacia problemas más inmediatos, o
se permite que las defensas decaigan hacia un estado de
indisposición. De acuerdo a relatos de las noticias, en la
gran inundación de 1993, el Cuerpo de Ingenieros de EEUU se
preparó para cerrar las grandes compuertas de hierro y de sus
afluentes en el vasto complejo de diques en el Mississippi solo para
descubrir que algunas de las compuertas habían sido removidas
y vendidas como chatarra. Las periódicas inspecciones habían
sido suspendidas para ahorrar dinero. Ciertamente, la civilización
hará lo suficiente como para sobrevivir ante la amenaza de un
impacto de asteroide; nuestros propios impulsos destructivos de las
consecuencias imprevistas de nuestras tecnologías parecen que
probablemente acabarán con nosotros primero. No es realista
esperar que los gobiernos sostengan un compromiso de protección
contra una rara ocurrencia cuando están bajo constante presión
para responder ante alguna crisis inmediata.
Particularmente
ahora [1994], con el desmantelamiento de armas nucleares por parte de
las mayores potencias, todo diálogo sobre defensa nuclear en
contra de un peligro improbable, como una colisión cósmica,
será visto como un esfuerzo de sostenerse a si mismo por la
comunidad armamentista. El riesgo de desvío de cualquier
sistema de mitigación para uso militar debe tenerse en cuenta
como un peligro inmediato. […]
Dada la frecuencia
de colisiones pasadas, no se espera que un impacto mayor ocurra en el
próximo siglo. […]
La discusión sobre la
mitigación podría servir a un único propósito
público. Es importante que la devastación no sea
aceptada como inevitable, de lo contrario la sociedad podría
preferir no saber cuando llegará. Un taller presentado por la
NASA en 1992 sobre la intercepción de asteroides concluyó
que la tecnología existente podía tratar efectivamente
con un asteroide amenazador, dando tiempo de advertencia en el orden
de varios años. Esa conclusión apoya el punto de vista
de que los actuales esfuerzos deberían concentrarse en la
detección y determinación de la órbita.
El
desafío de la ciencia es identificar objetos que amenacen a la
Tierra y averiguar las tablas de tiempos de llegada. Aquí el
desafío es simple y técnico. […]
El
énfasis ha sido propiamente sobre impactos que se espera que
causen consecuencias globales. Incluso con objetos demasiado pequeños
como para producir poco más que efectos locales, se ha
remarcado que un impacto podría ser identificado
equivocadamente como explosión nuclear. Un error de
identificación sería más probable entre las
naciones que recientemente han ingresado al ranking de “potencias
nucleares” y que por lo tanto se esperan que tengan menos
medios de verificación sofisticada.
Esto es más
que una preocupación hipotética. Recordamos que la
anomalía de 1978 en el sur del Océano Índico,
detectada por el satélite Vela, era sospechada de ser una
prueba nuclear Sudafricana-Israelí. A pesar del fallo en
encontrar algún tipo de evidencia afirmativa por fuentes de
inteligencia o de monitoreo atmosférico, esto originó
tensiones internacionales que duraron por años. En aquel
momento, existían sugerencias que apuntaban a un
micrometeorito que habría impactado en el mismo satélite
Vela, pero poca y seria consideración se le dio a la idea de
que el satélite había observado la bola de fuego de un
impacto de asteroide sobre la atmósfera. La observación
de un aparente impacto de bola de fuego por parte de un satélite
en el año 1990 sobre el Pacífico Oeste ha sido descrita
por Reynolds (1993). El peligro de la mal identificación, que
crece a medida que las armas proliferan entre las naciones menos
sofisticadas, es mejorada en parte por la publicidad de la
posibilidad. El único medio seguro para evitar una respuesta
desafortunada, comoquiera, seria que todos sepan que el impacto está
por llegar. Lo cual plantea nuevamente el énfasis en su
detección.
Los esfuerzos para persuadir a los gobiernos
a que inviertan significativos recursos en la evaluación sobre
los peligros de los impactos de asteroides deben superar lo que ha
sido llamado el “factor burla”. Claramente, los oficiales
electos en Washington no están inundados con correos de quejas
de que algún miembro de su familia ha muerto o que su
propiedad fue destruida por un asteroide merodeador. […]
La
intervención del Congreso ha sido limitada al Comité de
Ciencia, Espacio y Tecnología de la Casa Estadounidense de
Representantes, cuyo actual jefe, George Brown de California, ha
mantenido su interés en el asunto de los asteroides durante
varios años. El comité llevó a la NASA a
conducir dos trabajos internacionales sobre la amenaza de asteroides.
[…]
En marzo de 1993, el Subcomité Espacial
mantuvo una vista formal para examinar los resultados de los dos
trabajos. Algunos miembros se mantuvieron escépticos de que la
amenaza fuese real. Pero incluso para aquellos que reconocen que solo
es una cuestión de tiempo para que ocurra un impacto mayor, no
había un sentido de urgencia. […]
La frecuencia
de impactos de objetos de variados tamaños es conocida de
forma limitada en sus precisiones. En particular, los objetos de
varios metros de diámetro explotan en la atmósfera sin
alcanzar la superficie. Sin embargo la energía despedida en
estas explosiones podría ser varias veces más grandes
que la bomba de Hiroshima, y frecuentemente ocurren sobre el océano
o en regiones inhabitadas y no son reportadas. […]
El
Congreso no parece estar dispuesto a tomar acción ante la
ausencia de presión pública. Una vez que el público
entienda que la Tierra y la vida sobre ella ha sido moldeada por
colisiones cósmicas (y el proceso continúa), estarán
más dispuestos a apoyar a la ciencia que se necesita para
evaluar la amenaza. La comunidad científica debe, por lo
tanto, concentrarse en la educación pública. […]
Todo
esto crea un dilema. Mientras que es importante informar al público,
es peligroso fomentar el miedo…Los científicos harían
bien, por ejemplo, en evitar términos como “pasaje
cercano”. El público entiende el “pasaje cercano”
como la corriente de viento de un camión que pasa cuando uno
está frenado, y no un camión que pasó hace seis
horas más temprano. […]
Inclusive en diarios
como el New York Times y Washington Post, los artículos
pueden incluir una discusión razonable y de riesgo relativo,
pero entre los titulares encontramos los irresistibles “roca
del juicio final”, “balas espaciales” y “cometas
asesinos”. Estos titulares explotan el excesivo temor
engendrado por eventos que hacen sentir a las personas incapaces de
poder controlarlo. La imagen de una indiferente montaña de
piedra y metal guiada por las inmutables leyes de la física
hacia un inevitable encuentro con la Tierra es cosa de pesadillas.
Aparentemente, la naturaleza ha provisto una demostración no
amenazante de manera extraordinaria. El impacto del cometa
Shoemaker-Levy 9 sobre Júpiter en julio de 1994 provee una
oportunidad histórica de educar al público sin
aterrorizar a nadie.
Shoemaker-Levy 9, en su última
pasada por Júpiter, se quebró formando una hilera de 21
grandes piezas. La energía generada por los impactos de toda
la hilera sería equivalente a cerca de mil millones de
megatones de TNT. Aunque los objetos impactaron del lado más
alejado de la Tierra, millones de astrónomos aficionados
observaron los destellos reflejados por las lunas de Júpiter.
Unas pocas horas después, la rotación de Júpiter
trajo a la vista la zona impactada. Hubo un gran desacuerdo sobre lo
que se vio, pero nadie sugiere que no haya sido espectacular.
La
comunidad de asteroides-cometas solo necesita asegurarse que todo
esté entera y acertadamente explicado; el mensaje hará
su trabajo por si solo: (1) la energía depositada por los
impactos cósmicos es enorme (2) este es un proceso que
continúa actualmente.
Este tipo tiene
mucha fe en los seres humanos, ¿no? Pensaba que todo lo que
tenían que hacer los científicos era decirle la verdad
al público y entonces obtendrían suficiente apoyo para
catalogar a los asteroides en órbita peligrosa. También
pensaba que este era el principal problema: los asteroides que
pudieran ser identificados y enumerados.
Lo que me parece
obvio es que alguien más haya abordado la “Lección
del complejo de Grand Forks” en una forma totalmente diferente.
La pregunta que viene a mi mente es esta: ¿Las poderosas
élites están creando la Guerra contra el Terrorismo
como inmediata y constante presión sobre el público y
así obtener el apoyo necesario para el almacenamiento de armas
nucleares con el fin de poder utilizarlas contra asteroides? Tú
sabes, una especie de beneficiosa mentira con un millón o más
de iraquíes sacrificados para sostenerla. Parecido a lo de
Madeleine Albright: en 1996, Madeleine Albright, en aquel entonces
embajadora de las Naciones Unidas fue entrevistada por el
corresponsal de 60 Minutos Lesley Stahl en referencia a los años
de sanciones económicas contra Iraq por parte de EEUU, “Hemos
oído que medio millón de niños han muerto, un
número mayor al de niños muertos en Hiroshima. ¿Vale
la pena el precio?
A lo que la embajadora Albright respondió,
“Creo que es una decisión difícil, pero el
precio, creemos que vale la pena.”
Entonces, ¿hay
alguien en los altos puestos que piensa que acumular armas nucleares
es algo bueno para la defensa del planeta en un orden natural?
Hay
otra forma de hacer esta pregunta: ¿Los Poderes Reinantes
están utilizando la amenaza de los asteroides sobre quienes
hacen las leyes para que acuerden apoyar la farsa de la Guerra contra
el Terrorismo con el objetivo de obtener y retener el apoyo de las
masas cuando en realidad lo único que están haciendo es
tan solo planificar un dominio fascista del mundo? Fíjense lo
que dice el informe más arriba:
El
riesgo de desvío de cualquier sistema de mitigación
para uso militar debe tenerse en cuenta como un peligro inmediato.
Es difícil
decir lo que pasa por las mentes de los pervertidos. Si de algo
podemos estar seguros es que la amenaza de bombardeo cometario es
real e inmediata, y eso proviene de la ciencia. Lamentablemente no
proviene de los líderes, quienes incluso sí saben de
algún peligro y están almacenando armas nucleares para
utilizar y desviar asteroides o cometas y no se han molestado en
clarificar a las masas la amenaza por intermedio de la ciencia como
bien podrían haber hecho.
Revisando este volumen de
casi 1300 páginas, que recolecta bastante información
reconocida científicamente sobre impactos de cometas y
asteroides, se revela que se pensaba de una forma muy interesante
antes del Shoemaker-Levy 9. Hemos comprendido mucho mejor desde aquel
entonces; bueno, algunos. La escuela Estadounidense todavía
está bastante atascada en “un solo y masivo asteroide a
largo plazo”; probablemente gracias a presiones políticas
para mantener el problema encubierto. He notado que Shoemaker tiene
una publicación en el volumen en el que dice que solo había
140 impactos reconocidos sobre la tierra. Ignoró completamente
las bahías
de Carolina que han sido reclamadas por lo representan por
Richard Firestone, Allen West y Simon Warwick-Smith en El
ciclo de las catástrofes cósmicas: Inundación
fuego, y hambrunas en la historia de la civilización.
Tengo entendido que hay unos 50,000 cráteres allí. ¡Eso
asusta!
También notamos la siguiente observación
en la publicación mencionada: “La frecuencia de impactos
de objetos de variados tamaños es conocida de forma limitada
en sus precisiones. En particular, objetos de varios metros de
diámetro explotan en la atmósfera sin alcanzar la
superficie.” Obviamente, este tipo no era parte del mismo grupo
que se juntaba con el Brigadier General S. Pete Worden, quien dijo
que creía que “deberíamos prestar más
atención a la clase de objetos ‘Tunguska’,
aquellos de aproximadamente 100 metros que pueden golpear varias
veces en cada siglo con la fuerza destructiva de un arma nuclear”,
incluido en el artículo previo: Treinta
años de cultos y cometas.
En cualquier caso, los
autores de lo citado en el informe de arriba, han tenido en general
una actitud abierta hacia el público educándolo de
manera que ya no parece ser solo la percepción de nuestras
élites gobernantes.
Hablando del General Worden y su
oscuro comentario, luego de publicar el último episodio de la
presente serie, varios miembros del Foro
SOTT hicieron una pequeña búsqueda sobre la
cuestión y volvieron con algunos datos interesantes. Parece
que hubieron dos eventos en los 1930 que igualaron al de
Tunguska:
¿Dos
“Tunguskas” en Sudamérica en los 1930?
Este
artículo fue impreso en la edición de diciembre de 1995
de la revista WGN. Fue escrito por Duncan Steel del Observatorio
Anglo-Australiano.
Existe
evidencia de que hubieron dos explosiones de bólidos masivos
ocurridos sobre Sudamérica en los años 1930. Uno de
ellos parece haber ocurrido sobre el Amazonas, cerca de la frontera
Brasil-Perú, el 13 de agosto de 1930, mientras que el otro fue
sobre la Guayana Británica el 11 de diciembre de 1935. Se
observa que estas fechas coinciden con las lluvias de meteoros de las
Perseidas y Gemínidas, aunque toda asociación con estas
es muy tentativa. La identificación de tales eventos es
significativa en particular ya que apuntan a la necesidad de revaluar
las frecuencias de detonaciones atmosféricas del tipo
Tunguska.
Luego tenemos
esto:
12
de febrero de 1947: Una lluvia de unas 70 toneladas de hierro
Esta semana
se cumple el aniversario de oro de lo que se considera la más
espectacular caída de meteorito jamás vista. A las
10:40 a.m. del 12 de febrero de 1947, una bola de fuego
increíblemente brillante cruzó el cielo de Siberia del
Este y llovieron cerca de 70 toneladas de meteoritos de hierro sobre
el accidentado paisaje. Debido a que fue tan bien documentado, la
caída de Sikhote-Alin ha desatado un gran boom en la ciencia
de los meteoritos.
El evento siberiano de 1947 es considerado
como uno de los dos más significativos de este siglo. Fue un
meteorito de hierro que explotó a solo 5 millas de elevación
de la Tierra. Produjo cerca de 100 cráteres, el más
grande de aproximadamente 85 pies de diámetro. El campo
esparcido cubrió un área cercana a 1,6 km por casi 1
km. No hubo fuegos ni destrucción similar a la encontrada en
Tunguska. Árboles caídos y ramas cortadas mayormente.
Un total de 23 toneladas de meteoritos fueron recuperadas y su masa
total se estimó en unas 70 toneladas al momento de la
explosión.
(De Sky Publishing Corporation y George
Zay)
Hay más,
por supuesto, pero esto solo nos dice que hay muchas más cosas
de lo que sabemos sucediendo aquí en la gran canica azul. Eso
es lo que Víctor Clube está diciendo en su
investigación narrativa a la USAF y Oxford. Así que
volvamos a Clube y su revisión histórica:
El
siguiente período de actividad cometaria a la que Clube se
refiere está emparentado con la Revolución
Estadounidense (1775-1783) y la Revolución Francesa
(1789-1799) y la crisis de mediados del siglo diecinueve. Voy a
saltarme las dos revoluciones por el momento e iré
directamente al período de mediados del siglo diecinueve
porque es intensamente interesante y nos lleva al asunto del
día.
Estoy intentando encontrar algunos detalles sobre
la crisis de mediados del siglo diecinueve que se menciona, y muchos
de estos los hemos aprendido en clase de historia en el colegio,
¡pero nunca habían sido organizados de manera tan
interesante como lo están ahora! Lo que sucedió en
aquel entonces fue, por supuesto, la “Revolución
Industrial”. Pero fue como el Renacimiento en el sentido que
coincidió con muchos otros eventos interesantes.
La
Revolución Industrial y el nacimiento del capitalismo
comenzaron, aproximadamente, hacia el final del siglo dieciocho. El
siglo diecinueve fue una época turbulenta que se inició
con la quiebra del mercado de valores en 1825 y luego trasladándose
al Pánico de 1847, el colapso de los mercados ingleses
asociados con el final del boom del ferrocarril de los años
1840. La crisis de 1847 podría haber sido más
desastrosa de no ser por un renacimiento económico asociado a
la fiebre del oro en California en 1849.
Luego de un período
de prosperidad, comenzó una serie de guerras y revoluciones.
La primera Guerra Italiana por la independencia en 1857, y la Guerra
Civil de EEUU de 1861, la Insurrección Polaca de 1863, la
segunda aventura mexicana de Napoleón y la campaña
contra Dinamarca en 1864 que dio comienzo a las guerras de Prusia
comandadas por Bismarck. Bismarck atacó Austria en 1866 y
obtuvo una victoria sobre Francia en 1871. Luego, el levantamiento
Republicano en España que sacó a la Reina Isabel del
trono. Finalmente, la última aventura de Luis Napoleón
que culminó con la caída del Imperio en 1871.
Hubo
Guerra Civil en Francia seguido de la caída del Segundo
Napoleón, y la gente (los comunardos de París)
tomó el poder. Pronto fueron aplastados y el orden fue
restablecido con la Tercera República, y la marea
revolucionaria cedió por el resto del siglo.
Es
interesante considerar los otros eventos que estaban ocurriendo en
ese momento. El capitalismo industrial estaba siendo esparcido con
celo misionario por todos lados. Inversionistas occidentales vagaron
por el globo ante la oportunidad de aperturas para establecer
comercios y para invertir en cualquier cosa que pudiera comprarse o
venderse. En el proceso, millones de personas fueron redistribuidas
en grandes masas de migraciones a través de la historia desde
el Viejo al Nuevo Mundo. La ciencia se convirtió en la criada
de la industria y el capitalismo. El volumen de comercio mundial era
1.75 billones de dólares en 1830 y se acercó a los 3.6
billones en 1850, disparándose a los 9.4 billones en
1870.
Entonces, Clube esta en lo cierto. Durante casi 25 años,
todo el mundo Occidental rugía en guerras y revoluciones y de
personas tomando ventaja de las guerras y revoluciones para hacer
dinero. Cuando todo terminó, los poderes imperiales de Europa
que irían a gobernar el mundo hasta 1914, estaban firmemente
salvaguardados. Más aun, los Estados Unidos, como entidad
federal capitalista, había sido forjada en
Appomattox.
Obviamente sucedían otras cosas en el
momento. En el período desde 1830 a 1860 había
aparentemente un enorme resurgimiento del fervor religioso. ¡El
inminente regreso de Cristo se predecía por todos lados!
Manuel de Lacunza, un cura católico de Sudamérica
escribió (bajo el nombre de Juan Josafat Ben-Ezra) un libro
titulado La Venida del Mesías en Gloria y Majestad, que
fue publicado en España en 1812. Él creía que
Jesús llegaría muy, muy pronto. William Miller
(adventista del séptimo día) declaró que Cristo
venía y predijo 1844 como la fecha indicada. Edward Irving en
Inglaterra y Johann Bengel en Alemania casi simultáneamente
llegaron a la conclusión de que las profecías de Daniel
apuntaban al momento que se vivía en ese entonces; Mason en
Escocia, Leonard H. Kelber en Alemania y muchos, muchos otros
predicaron la Segunda venida. El espiritualista Andrew Jackson Davis
hizo 157 lecturas en 1845 sobre la nueva era, a las que Edgar Allen
Poe asistía regularmente. La Locura Espiritual comenzó
con las hermanas Fox en 1848. Mourant Brock, de la Iglesia de
Inglaterra, apuntó que la locura por la escatología se
había extendido por toda Europa y había llegado a la
India. (Ver: La Historia de las Profecías por Henry
James Forman).
Como Clube denota, el fervor religioso es
paralelo a los eventos cósmicos.
En 1843, apareció
uno de los más grandes cometas de la historia. El Gran Cometa
de 1843, designado formalmente C/1843 D1 y 1843 I, fue descubierto el
5 de febrero de 1843 y brilló rápidamente. Era miembro
de la Kreutz Sungrazers, una familia de cometas resultantes de la
separación del cometa (X/1106 C1) en alrededor de 1106 fragmentos. Estos cometas pasan extremadamente cerca del sol y
esta es la causa del porqué se vuelven tan brillantes.
C/1843
D1 se movió rápidamente hacia un perihelio
increíblemente cercano de menos de 830,000 km el 27 de febrero
de 1843, ¡momento en el cual se pudo observar en plena luz del
día a solo 1 grado del Sol! Se columpió y pasó
cerca de la tierra el 6 de marzo de 1843, y parece ser que manifestó
su más alta brillantez al día siguiente. Fue avistado
por última vez el 19 de abril de 1843. En aquel momento este
cometa había pasado más cerca del sol que cualquier
otro objeto. El American Journal of Science y el The New
York Tribune dedicaron secciones especiales a este cometa. ¡Se
podía decir que la “fiebre de los cometas” era
pandémica!
El Gran Cometa de 1843, todavía sin
nombre, desarrolló una cola de más de 2 Unidades
Astronómicas de largo, la cola cometaria más extensa
conocida hasta que mediciones de 1996 mostraron que la cola del
Cometa Hyakutake era casi el doble de largo.
En 1857, un astrólogo alemán anónimo predijo que un
cometa podría golpear la Tierra el 13 de junio de aquel año.
La inminente catástrofe se convirtió en tema de noticia
en toda Europa. El astrónomo francés, Jacques Babinet,
intentó tranquilizar a la gente declarando que una colisión
entre la tierra y un cometa no provocaría daños.
Comparó el impacto con “un tren golpeado por una mosca”.
Sus palabras, aparentemente, tuvieron poco efecto. El corresponsal en
París para el diario estadounidense Harper's Weekly,
escribió:
Las mujeres
sufrieron abortos; los cultivos fueron abandonados; se hicieron
testamentos; se inventó indumentaria a prueba de cometas; se
creó una compañía de seguros de vida contra
cometas (con primas pagadas por adelantado)…todo gracias a un
fabricante de almanaques…que consideró apropiado
insertar, bajo la semana del 13 de junio, “Alrededor de esta
fecha, espere un cometa”.
Volvamos
por un minuto al año 1826. En 1826, el cometa 3D/Biela fue
descubierto por Wilhelm von Biela. Se le ha conocido como Cometa
Biela. Este cometa fue avistado por primera vez en 1772 por Charles
Messier y nuevamente en 1805 por Jean-Louis Pons. Fue von Biela quien
lo descubrió en su acercamiento de perihelio en 1826 (el 27 de
febrero) y quien calculó su órbita, descubriendo que
poseía una periodicidad de 6.6 años, siendo la causa
por la que llevó su nombre y no el de Messier o Pons. Era el
tercer cometa (hasta el momento) del que se descubría su
periodicidad, luego del Halley y del Encke. El astrónomo
francés M. Damoiseau subsecuentemente calculó su ruta,
y anunció que en su próximo regreso cruzaría la
órbita terrestre, ¡a menos de veinte mil millas de su
vía, y alrededor de un mes antes que la tierra pasara por el
mismo lugar!
Cuando el cometa llegó en 1832, la tierra
le erró, de hecho, por un mes. Regresó nuevamente en
1839 y en 1846. En su aparición de 1846, se observó que
el cometa se había partido en dos pedazos. Fue observado
nuevamente en 1852 con las dos partes a una distancia de 1.5 millones
de km una de la otra. Cada parte tenía su propia cola y
cabeza.
El
cometa no llegó en 1852, 1859 o 1866. El Edinburgh Review informa sobre este extraño estado de la situación:
Los
confundidos astrónomos quedaron en estado de incertidumbre por
lo sucedido. A comienzos del año 1866 esta sensación de
desconcierto ganó expresión en el Reporte Anual del
Consejo de la Sociedad Real de Astronomía. El asunto continuó,
no obstante, en el mismo estado de desconcierto durante otros seis
años. El tercer período del pasaje de perihelio había
pasado, y no se había avistado nada de la luminaria perdida.
Pero en la noche del 27 de noviembre de 1872, los trasnochadores
fueron maravillados por una repentina y magnífica lluvia de
estrellas o meteoros, de la cual no existía pronóstico…
[Fuente]
Los meteoros
ingresaban desde el sector donde se esperaba que el cometa cruzara en
septiembre. En otras palabras, la trayectoria era la misma, y la
tierra los intersecó, pero su velocidad estaba alterada. El American
Journal of Science dijo que cayeron como copos de nieve. El Profesor Olmstead,
matemático de la Universidad de Yale estimó 34.640
estrellas fugaces por hora. El New
York Journal of Commerce escribió que ningún filósofo o erudito había
registrado un evento como éste. Estos meteoros se conocieron
como los Andrómedos o “Biélidos” y parecen
indicar la muerte de un cometa. Estos meteoros fueron avistados
nuevamente en subsecuentes ocasiones durante el resto del siglo 19,
pero ahora se han ido.
¿Eso es todo lo que hay?
Quizás
no.
Tal como sucedió, el domingo 8 de octubre del año
1871, a las 9:30 de la noche, tuvieron lugar eventos que causaron la
muerte de cientos de seres humanos y la destrucción de gran
cantidad de propiedades a lo largo de tres estados diferentes de la
Unión Estadounidense, dejando a millones de personas bajo
ataques de alarma y terror. Los siguientes son extractos de History
of the Great Conflagration de Sheahan & Upton, Chicago 1871. [Fuente]
El
verano de 1871 fue extremadamente seco; la humedad pareció
evaporarse en el aire; y en el domingo mencionado anteriormente las
condiciones atmosféricas en el noreste eran de lo más
peculiares. El escritor vivía en aquel momento a cientos de
millas de la escena del desastre, y nunca olvidará como
estaban las cosas. Había una sensación en el aire
parecida a la de un horno combustible, inflamable y seco que era
realmente alarmante. Parecía que solo se necesitaba una
chispa, un fósforo para causar una explosión mundial.
Era extraño e innatural. Jamás he visto ni
experimentado nada parecido hasta y desde entonces. Aquellos que lo
experimentaron me darán la razón en mis
declaraciones.
A esa hora, 9:30 en punto de la noche, y
aparentemente al mismo tiempo, en puntos que distaban en cientos de
millas, en tres estados diferentes, Wisconsin, Michigan e Illinois,
estallaron devastadores y peculiares incendios, hasta donde sabemos,
a causa de una combustión espontánea.
En
Wisconsin, en su frontera Este, en un lugar lleno de madera, cerca
del Lago Michigan, una región que abarca cuatrocientas millas
cuadradas, extendiéndose desde Brown County e incluyendo a
Peshtigo, Manistee, Holland y numerosos pueblos en las cosas de Green
Bay, fue barrida por un torbellino de llamas. Hubo setecientos
cincuenta muertos, además de un gran número de heridos,
mutilados y quemados que murieron poco después. Más de
tres millones de dólares fueron las pérdidas por la
destrucción en bienes. (pp 393, 394, etc.)
“Con
la caída del sol hubo una tregua en el aire y una quietud
relativa. Durante dos horas no hubo señales de peligro, pero
unos minutos pasadas las nueve en punto, y por una singular
coincidencia, precisamente al mismo tiempo que comenzó el
fuego en Chicago, la gente del pueblo escuchó un terrible
rugido. Era como un tornado, aplastando todo a través de los
bosques. Los cielos fueron iluminados instantáneamente por un
impresionante resplandor. El cielo, que había estado tan
oscuro hacía apenas instantes, estalló en nubes de
llamas.
Un espectador de la terrible escena dice que el fuego
no provino gradualmente desde los árboles u otros objetos,
sino de un tornado de llamas en grandes nubes provenientes por encima
de los árboles, que cayó cubriéndolo todo. La
pobre gente inhaló el intenso aire caliente y murió.
Esto está verificado por la aparición de muchos de los
cuerpos. Muertos fueron encontrados sobre las rutas y en lugares
abiertos, donde no había marcas visibles de fuegos cercanos,
sin siquiera rastros de quemaduras sobre los cuerpos y ropas. En
Sugar Bush, que es una extensa zona abierta, en ciertos lugares a lo
ancho de cuatro millas, cuerpos fueron encontrados en rutas abiertas,
entre las vallas y apenas quemados. No había marcas de fuego
sobre ellos; yacían como si estuvieran durmiendo. Este
fenómeno explica el hecho que tantos murieran en masas
compactas. Parecían haberse juntado, en lo que en ese momento
parecían lugares seguros, lejos de los edificios, árboles
u otros materiales inflamables, y habían muerto juntos. (p.
372)
Otro
espectador dice:
“Mucho
se ha dicho sobre el intenso calor de los fuegos que destruyeron
Peshtigo, Menekaune, Williamsonville, etc., pero todo lo que se ha
dicho solo puede dar, a quien desconoce, una tenue concepción
de la realidad. El calor ha sido comparado con aquel que engendra una
llama concentrada sobre un objeto por un soplete; pero incluso eso no
cuenta para este fenómeno. Por ejemplo, tenemos en nuestra
posesión un centavo de cobre tomado del bolsillo de uno de las
víctimas en Peshtigo Sugar Bush, que ilustra nuestra opinión.
Este centavo está parcialmente fundido, pero todavía
mantiene su redondez, y la inscripción es legible. Otros, en
el mismo bolsillo, estaban parcialmente derretidos y aún así
todas las ropas y el cuerpo del hombre no tenía rasguños.
No sabemos como describirlo, a menos, como algunos dijeron, que el
tornado y el fuego hubieran sido acompañados por fenómenos
eléctricos” (373).
“Es de testimonio
universal que la idea prevaleciente entre las personas era, que el
último día había llegado. Acostumbrados como
estaban al fuego, nada similar se había conocido. No podían
dar otra interpretación a este rugido siniestro, esta
explosión del cielo en llamas, y esta caída de fuego
desde los cielos, consumiendo instantáneamente todo lo que
tocaba.
“No hay dos personas que den la misma
descripción del gran tornado que impactó y devoró
el pueblo. Parecía como si los ‘fogosos demonios del
infierno se hubiesen desatado’, dice uno. ‘Fue como si
bajaran grandes láminas de fuego desde el cielo’, dice
otro. ‘Hubo una despiadada lluvia de fuego y *arena*’.
‘La atmósfera era todo fuego’. Algunos hablan de
‘grandes bolas de fuego desenrollándose y golpeando en
oleadas de un lado a otro’. ‘El fuego saltaba sobre los
techos y árboles, encendiendo calles enteras. Nadie estaba
preparado para la explosión. Era una carrera con la muerte,
por encima, detrás y delante de ellos’ (Ibid 374)
Un
ingeniero civil, haciendo negocios en Peshtigo, dice:
“El
calor aumentó tan rápidamente, mientras las cosas se
prendían fuego, que a cuatrocientos pies del puente y del
edificio más cercano, fui obligado a arrojarme al agua al lado
de un tronco que flotaba, y al ir bajo el agua de vez en cuando, y
manteniendo mi cabeza detrás del tronco me las arreglé
para poder respirar. Había una docena de otros detrás
del mismo tronco. Si hubiera tenido éxito cruzando el río
y hubiese ido hacia los edificios del otro lado, probablemente
hubiese muerto como muchos otros”.
En
Michigan, un tal Allison Weaver, cerca de Port Huron, decidió
quedarse para proteger un molino que estaba a su cargo. Sabía
que se venía el fuego, y cavó un profundo pozo, se hizo
de una madera gruesa para cubrirse, y así se preparó
para afrontar la conflagración. Yo cito:
“Lo llenó casi todo de agua, y se
aseguró de saturar el suelo alrededor por varios metros.
Mientras iba al pozo, tomó una plancha de madera de cuatro
pulgadas, la serruchó en dos partes, y se fijó que las
partes cubrieran correctamente el pozo. ‘Calculé que
sería solo por un momento’, dijo, ‘pero era lo
mejor que podía hacer’. A la medianoche tenía
todo arreglado, y el estruendo se hizo escuchar. El llano tenía
una extensión de diez por doce hectáreas, y Weaver dice
que durante dos horas antes que el fuego lo alcanzara, había
un constante ir y venir de pequeños animales. Mientras
descansaba de humedecer su casa nuevamente, un caballo se apareció
a toda prisa en el frente e ingresó a la casa. Weaver pudo
verlo temblar con agitación y terror, y sintió lástima
por él. Luego de un instante, el animal dio un resoplo de
consternación, corrió dos o tres veces alrededor de la
casa, y luego salió disparado hacia los bosques como un
cohete”.
“No mucho después llegó el
fuego. Weaver se quedó cerca del pozo, listo para la
emergencia, pero curioso por ver el estallido de llamas. El rugido
aumentó su volumen, el aire se volvió opresivo, una
nube de polvo y cenizas descendió, y pudo ver las llamas a
través de los árboles. No se movía a través
del suelo o de un árbol a otro, pero llegó como un
tornado, una ráfaga de llamas llegando a las copas de los
árboles desde el suelo. Cuando llegó al llano, saltó
al pozo y lo cerró con las maderas. No pudo ver más,
pero sí podía oír. Dice que las llamas no se
detuvieron, ni cesaron su rugir, pero apenas consiguió cerrar
la abertura antes que la casa y el molino se quemaran, y ambos se
derrumbaron en cinco minutos. El humo llegó hasta él
poderosamente, y el ambiente estaba tan caliente que apenas podía
respirar.
“Sabía que las maderas sobre él
estaban prendidas en fuego, pero, al recordar su grosor, esperó
a que el rugir de las llamas se detuvieran, y luego con su cabeza y
manos las dio vuelta echando agua al fuego con sus manos. Aunque era
una noche fría y el agua lo había enfriado al
principio, el calor lo calentó luego hasta que se sintió
confortable. Permaneció en el pozo hasta la luz del día,
dando vuelta a las tablas y mojándolas para humedecerlas, y
para entonces lo peor ya había pasado. La tierra a su
alrededor ardía en pequeños focos, la casa y el molino
ya no estaban, y los troncos fueron barridos como si hubiesen sido
afeitados y esparcidos con una escoba, solo se veía hollín
y cenizas”. (390)
En
Wisconsin, en la fábrica Williamson, había un grande
pero poco profundo pozo perteneciente al local de Sr. Boorman. Las
personas, acorraladas por el fuego y el terror, y pensando que
encontrarían seguridad en el agua, saltaron al pozo.
“La
implacable furia de las llamas los condujo a saltar al pozo, para
luchar unos con otros y morir, algunos ahogados y otros por el fuego
y la sofocación. Nadie escapó. Se encontraron treinta y
dos cuerpos allí. Estaban en todas las posiciones imaginables;
pero la contorsión de sus miembros y las agonizantes
expresiones de sus caras dieron cuenta del evento”.
(386)
James
B. Clark, de Detroit, que estaba en Uniontown, Wisconsin,
escribe:
“De
repente el fuego hizo una ráfaga, como el destello de la
pólvora, tomando la forma de una medialuna alrededor del
establecimiento. Es casi imposible concebir la terrible velocidad del
avance de las llamas. La ráfaga de fuego parecía
comerse y aniquilar a los árboles”.
Vieron
una masa negra dirigiéndose hacia ellos desde la pared de
fuego:
“Era
una estampida de ganado y de caballos dirigiéndose hacia
nosotros, bramando, gimiendo y relinchando mientras galopaban;
huyendo a una temerosa velocidad, sus dilatados ojos destellaron con
terror, deben haber saltado a través de una gran masa de fuego
en el desesperado esfuerzo por escapar.
Considerablemente
atrás venía un solitario caballo, jadeando y bufando,
casi exhausto. Estaba ensillado y tenía un bolso atado a su
lomo. Nos sobresaltamos de ver a un joven recostado sobre el cuello
del animal, con las correas entre sus manos, y las crines entre sus
dedos. Necesitamos de poco esfuerzo para detener al jadeante caballo,
y bajamos al indefenso muchacho. Fue llevado dentro de la casa, e
hicimos todo lo que pudimos; pero había inhalado humo, y
estaba aparentemente muriendo. Pasó un poco de tiempo y
revivió lo suficiente como para hablar. Nos dijo su nombre,
Patrick Byrnes, y dijo: “Padre y madre y los niños se
metieron en el vagón. No se que les habrá pasado. Todo
está quemado. Estoy muriendo. ¡Oh! ¿Puede el
infierno ser peor que esto?” (383)
Cuando
abandonamos Wisconsin y nos dirigimos a unas doscientas cincuenta
millas al Este, sobre el Lago Michigan y a través de todo el
ancho del Estado de Michigan, encontramos todo en las mismas
condiciones, pero no tan terribles en perdidas de vida. Unas quince
mil personas quedaron sin hogar por el fuego; y sus comidas, ropas,
cultivos, caballos y ganado quedaron destruidos. Entre cinco mil y
seis mil de ellos fueron quemados la misma noche que se iniciaron los
fuegos en Chicago y Wisconsin. La destrucción total de las
propiedades excedieron el millón de dólares; no solo
pueblos y ciudades, sino ayuntamientos enteros fueron
arrasados.
Pero es en Chicago donde observamos los resultados
más extraordinarios de este disturbio atmosférico. No
hay necesidad de contar detalles de la historia. El mundo los conoce.
Solo tengo lugar para referirme a uno o dos puntos.
El fuego
fue espontáneo. La historia de que la vaca de la Srta O’Leary
comenzó la conflagración al patear un farol fue
comprobada de ser falsa. ¡Fue el ingreso del gas de la cola del
cometa Biela lo que quemó Chicago!
El
jefe de bomberos testificó: “Sentí en mis huesos
que íbamos a tener un incendio”. Él dice,
refiriéndose al granero de O’Leary:
“Teníamos
el fuego bajo control, y no debía de llegar más lejos;
pero lo siguiente que me enteré es que la iglesia de St. Paul,
de un par de millas cuadradas, estaba prendiéndose fuego”.
(163)
Verificaron el incendio de la iglesia, pero, “Luego
me enteré que había fuego en la fábrica de
Bateham”.
Un escritor del New
York Evening Post dice que vio los “edificios de Chicago, alejado de la línea
de fuego, y sin tener contacto con él, estallando en llamas
desde su interior”.
No debe olvidarse que el otoño
de 1871 estuvo marcado por extraordinarias conflagraciones en
regiones ampliamente separadas. El 8 de octubre, el mismo día
que se desataron los incendios de Wisconsin, Michigan, y Chicago, los
Estados de Iowa, Minnesota, Indiana, e Illinois fueron severamente
devastados por fuegos en sus praderas; mientras que terribles
incendios tenían lugar en Alleghenies, la costa de Sierras del
Pacífico, las Montañas Rocosas, y en la región
de Río Rojo del Norte.
El
Registro Anual de Ciencia e Industria de 1876, página 84, dice:
“Durante semanas antes
y después del gran incendio de Chicago en 1872, grandes áreas
de bosques o praderas, tanto en los Estados Unidos como en las
Provincias Británicas, estaban en llamas”.
Las
llamas que consumieron gran parte de Chicago eran de carácter
inusual y produjeron extraordinarios efectos. Derritieron
absolutamente los edificios de piedra más duros, considerados
a prueba de incendios. Hierro, vidrio, y granito se fundieron y
fluyeron en grotescos conglomerados, como si hubiesen sido puestos en
un horno de fundición. Ningún tipo de material pudo
mantener su aliento por un momento.
Cito
nuevamente del trabajo de Sheahan & Upton:
“Las
grandes estructuras de piedra y ladrillo se fundieron ante la
violencia de las llamas como si fueran copos de nieve que se derriten
y desaparecen en el agua, y casi igual de rápido. Edificios de
seis pisos en llamas desaparecieron de la vista en cinco minutos por
reloj… El fuego también siguió su camino hacia
el gran Depósito de la Unión y quemó media milla
hacia el sur, un vendaval sopló un tornado perfecto, y del
cual ninguna embarcación podría haber sobrevivido en el
lago…Extraños y fantásticos fuegos azules, rojos
y verdes alrededor de las cornisas de los edificios” [“Historia
del incendio de Chicago” 85, 86].
Hon.
William B. Ogden escribió en aquel momento:
“El
fuego fue acompañado por el tornado más terrible que
jamás haya soplado aquí” [Ibid 87]
“Lo
más sorprendente del fuego era su intenso calor. Nada podía
escapar a su exposición. Agregado a los cientos de hectáreas
desoladas, no se veía siquiera un pedazo de madera de ninguna
descripción, y a diferencia de la mayoría de los
incendios, no dejó nada a medio quemar…El fuego barrió
las calles su habitual polvo y basura , consumiéndolo todo
instantáneamente.” [Ibid 119]
¡Mármol
de Atenas quemado como carbón!
“La
intensidad del calor podría discutirse, y la profunda
combustión de todo material de madera puede entenderse, cuando
declaramos que en el campo de una de las fábricas más
grandes de suplementos para agricultura había acopiados
algunos cientos de hierro en lingotes. Este hierro se encontraba a
doscientos pies de distancia con respecto a cualquier edificio. Al
sur estaba el río de ciento cincuenta pies de ancho. Ningún
gran edificio a excepción de la fábrica se encontraba
en las cercanías del fuego. Aún así, el calor
era tan impresionante, que la pila de hierro se derritió y
desapareció, y ahora es casi una gran masa sólida.
[Ibid 121]
El
monto de propiedad destruida fue estimado por el Mayor Medill en
ciento cincuenta millones de dólares; y el número de
personas sin hogar, en ciento veinticinco mil. Se perdieron varios
cientos de vidas.
“Lo
que los testigos describieron fue más bien como un holocausto
desde el cielo, en vez de un fuego accidental por una vaca nerviosa.
Y de hecho, de
acuerdo a la teoría propuesta por el congresista de Minnesota
Ignatius Donnelly, los devastadores fuegos de 1871 vinieron desde
arriba, bajo la forma de una cola de cometa. Durante su pasaje de 1846, inexplicablemente el cometa Biela se
dividió en dos; se suponía que regresara en 1866, pero
falló en aparecer. La cabeza fragmentada del Biela apareció
finalmente en 1872 como lluvia de meteoros.
“Donnelly
sugirió que la cola separada apareció en 1871 y fue la
causa principal de la tormenta de fuego que arrasó el Medio
Oeste, destruyendo un total de veinticuatro ciudades y dejando más
de 2,000 muertos. Las condiciones de sequía en ese otoño
sin duda contribuyeron a extender la conflagración.”
“La
historia hoy en día se concentra solo en el Incendio de
Chicago y pasa por alto el Horror de Peshtigo. Ignora completamente
al cometa Biela y su inadvertida cola. (Ken
Rieli)
¡No hay
dudas que esta historia llamó la atención de Victor
Clube!
Diez años después, apareció el
Gran Cometa de 1881 (C/1881 K1), descubierto por el astrónomo
aficionado australiano, John Tebbutt. Todo lo que hoy escuchamos
sobre este cometa es que fue uno de los primeros en ser fotografiados
y en ser estudiados científicamente. Sin embargo, este cometa
que siguió tan de cerca a los eventos de hacía diez
años atrás obviamente puso a algunas personas a
pensar.
Ignatius
Donnelly, que ya había declarado que pensaba que el Gran
Incendio de Chicago había sido ocasionado por desechos
cometarios,
publicó un libro en 1882, titulado Ragnarok,
en el cual propone que un cometa gigante había pasado cerca de
la tierra en tiempos antiguos. El intenso calor del cometa había
provocado grandes incendios alrededor del globo. Él sugirió
que el cometa había echado grandes cantidades de polvo sobre
la tierra, desencadenó terremotos, elevó montañas,
e inició la era glacial. Incluso explicó algunos de los
Milagros de la Biblia en términos de su cometa, proponiendo
que el sol estático que se menciona sobre el mandamiento de
Joshua era posiblemente un cuento que conmemoraba este evento. Los
lectores de Donnelly quedaron entusiasmados por sus descripciones del
“garrafal monstruo ardiente” en el cielo, abrasando al
planeta con intempestivo calor y estremeciendo el suelo con “truenos
más allá de los truenos”.
Posiblemente
inspirado por Donnelly (sin mencionar lo que obviamente estaba
sucediendo en los cielos), Camille Flammarion escribió El
fin del mundo en 1893 en el cual relata una colisión ficticia entre la
tierra y un cometa de cincuenta veces su tamaño. ¡La
prosa espeluznante de Flammarion aseguró que su libro fuera
una sensación inmediata! (Flammarion, debe aclararse, era
inmensamente influenciado por su amigo y socio Allan Kardec, Pedagogo
Francés, estudiante de medicina, linguista e investigador de
“comunicaciones espirituales”. También era amigo
de Jules Violle la probable verdadera identidad del legendario
alquimista, Fulcanelli).
Bueno,
todo eso era una interesante distracción en la historia. Ya no
resulta tan aburrido, ¿no? Bueno, hora de volver a la
narración de Victor Clube. ¡Creo que lo que escribe
tendrá mucho más sentido ahora!
El hecho de
un peligro percibido en estas épocas, indicado históricamente
por un aumento global de preocupación por el fin del mundo,
ahora se comprende en varios cuarteles académicos al marcar
cierta dislocación física (¿clima? ¿enfermedad?)
que ocasiona una actividad económica y social trastornada,
incluso hasta el punto del colapso de la sociedad civilizada,
llevando entonces a una revolución, migraciones en masa y
guerra, ampliadas a escala global. Las ocasiones de tales rupturas en
la civilización son por supuesto un asunto de seria
preocupación y su estudio sistemático ha sido tomado en
EEUU (y otros lugares) en tales institutos como el Centro de
Investigación Comparativa en Historia, Sociedad y Cultura en
la Universidad de California, Davis (Goldstone, 1991). Sin embargo,
para los “iluminados”, la escatología sigue siendo
una anomalía y ciertas conexiones seguras con información
celestial todavía deben de llevarse a cabo. Sin embargo,
debemos recordar que muchos, como es usual en estas ocasiones de
crisis, verán “estrellas explosivas amenazando al mundo
con hambrunas, plagas y guerras; muerte para los príncipes;
muchas maldiciones para los reinos; [y] muchas pérdidas para
todos los estados…”
Las tres épocas más
antiguas son por supuesto los períodos de la Inquisición
y de la gran caza europea de brujas (que se trasladó sobre
EEUU) cuando los administradores seculares y eclesiásticos
desalentaban toda noción (astrológica) de que la esfera
celestial interfería con asuntos terrestres. Las historias
separadas de científicos revolucionarios como Copérnico,
Kepler, Bruno, Galileo y Newton fueron testigos de la ferocidad con
la cual el más aceptable punto de vista cósmico (del
momento) era impuesto. De hecho, estas historias todavía están
siendo ajustadas y Newton, como ahora se sabe, fue obligado en su
momento a trabajar bajo condiciones de considerable censura.
La
parte aceptable de su rendimiento científico fue por supuesto
publicada y su valor se ha comprobado repetidamente por 300 años.
La parte inaceptable que trataba de “estrellas explosivas”
y de escatología permaneció sin publicarse durante unos
250 años. Uno de los primeros en examinar este material
(Keynes 1947) quedó tan desconcertado por el contraste como
para llamar a Newton no “el primero de la era del razonamiento”
sino como “el último mago, el último de los
babilonios y sumerios”. Así que fueron los Padres
Fundadores de la Sociedad Real en la Inglaterra Restaurada quienes
dieron con la solución de la medida “iluminada” de
ridiculizar la amenaza cósmica y la ansiedad pública; y
no es de poca importancia que hoy en día las naciones de habla
inglesa ultimadamente se mantuvieron firmes y prosperaron mientras
otros dudaron en la última y más breve de las épocas
mencionadas más arriba (Goldstone, loc cit). Por consiguiente,
es un “logro” ampliamente anglosajón de que las
catástrofes cósmicas fueran absolutamente desechadas y
el principio científico del uniformitarianismo fue puesto en
su lugar entre 200 y 150 años atrás.
Si
el bombardeo de nuestro planeta por cometas o polvo cometario en
períodos cortos de tiempo es una realidad (como parece ser
según su incremento); y los efectos de tal evento es
destructivo en extremo; y si de hecho estamos pasados del tiempo de
repetición para una visita de estas (tal parece ser el caso);
¿qué efecto tendría el conocimiento público
sobre el status quo del planeta en el presente? ¿La falsa
“guerra contra el terrorismo” no se volvería
instantáneamente obsoleta y haría que la gente en todo
el planeta demandara que sus líderes políticos revean
prioridades para que tomen toda acción posible para mitigar la
amenaza? ¿Y si tales líderes políticos se
rehusaran a hacerlo y se volviera de conocimiento público que
esta grave amenaza para la vida de miles de millones ya era de
conocimiento común entre la élite política (con
todo lo que ello implica), qué entonces? ¿Revolución?
¿Un último hurra antes de la 6ta extinción?
Quien
sabe. Solo sabemos que este conocimiento, en su entera explicación,
está siendo suprimido y marginado. Las razones de los juegos
psicológicos y tácticas podrían ser interesantes
de investigar. Entonces, eso es lo que veremos en la próxima
entrega: ¿Por qué la humanidad es tan Sorda, Tonta y
Ciega?
Los dueños y editores de estas páginas desean declarar que el material presentado aquí es producto de nuestra investigación y experimentación.. Tomamos todo con pinzas, aún cuando consideramos que hay una buena posibilidad de que sea verdad. Analizamos constantemente este material, además de una gran cantidad de otro material que llega a nuestras manos desde numerosos campos de la ciencia y el misticismo. Francamente, nosotros no sabemos CUÁL es la verdad- pero creemos que está "Allí afuera" y, tal vez, si es posible, podamos encontrar alguna de sus partes. Sí, diremos que nuestras vidas se han visto enriquecidas por este contacto, pero también nos hemos sentido desconcertados y confundidos por algunos elementos que todavía necesitan clarificación. Sí que hemos descubierto muchas cosas, en la manera de "confirmación" y "corroboración" de varios otros campos inclusive científicos e históricos, pero hay también mucho material que, por su naturaleza, no se puede verificar. Así, invitamos al lector a compartir nuestra búsqueda de la Verdad, leyendo con una mente abierta pero escéptica.
Nosotros no alentamos las ideas producto del "devotismo" ni de "Verdad Única," pero sí alentamos la búsqueda del Conocimiento y de la Conciencia en todos campos de trabajo como la mejor manera de ser capaces de discernir las mentiras de la verdad. Lo único que podemos decirle al lector es esto: trabajamos muy duramente, durante muchas horas al día, y lo hemos hecho así durante muchos años, para descubrir la razón fundamental de nuestra existencia en la Tierra. Es nuestra vocación, nuestra búsqueda, nuestro trabajo. Buscamos constantemente validar y/o refinar lo que entendemos puede ser posible, probable o ambos. Hacemos esto con la sincera esperanza de que toda la humanidad se beneficiará, si no ahora, tal vez en algún punto de uno de nuestros futuros probables. .
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